
Me pasa que de vez en cuando, recuerdo a los amigos de la infancia y de la adolescencia. Buenos tiempos, tiempos que vale la pena recordar. La primera amiga en el Kinder, la que siguió conmigo hasta terminar la enseñanza básica, recuerdo que las dos usábamos unas largas trenzas, las mías negras, las de ella color castaña. Buenas tertulias al ir entrando en la adolescencia, donde estudiaríamos la enseñanza media, si en un liceo, o tal vez un comercial, existía la posibilidad de una técnica. Pasaron los años y cada una partió por su lado, enseñanza media en distintos liceos, en los que nos prepararon para la prueba de ingreso a la Universidad, cada vez más lejanas.
Hoy después de tantos años y promesas de eterna amistad, de no separarnos jamás, de siempre estar allí, la encontré casualmente en un supermercado। Ella iba acompañada de un joven encantador (no tendría mas de 12 años), el cual me presento como su hijo mayor, … es igualito a su padre … me dijo… luego, hablamos todo lo que pudimos, intercambiamos teléfonos, besos, abrazos, frases llenas de buenas intenciones… Avísame cuando se junten nuevamente, me encantaría ver como están los demás compañeros... ¡No te creo! ¿A la última también fue la Profe?... Bueno, te dejo “querida amiga”, tu no sabes la alegría de verte, pero tengo que ir a cocinar, Poncho esta por llegar y no quiero atrasarme, tu sabes, deberes de esposa …
Vi como poco a poco se perdía entre los carro de compras y gente que pasaba por las cajas …
Me pregunto ¿Realmente era ella? … Por mas que trate no encontré por ninguna parte a la niña de trenzas color castaña… encontré … no sé muy bien a quien encontré …